BARRY DOUGLAS

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9 de octubre, 19:30hs, Teatro Solís.

Vuelve a Uruguay el gran pianista Barry Douglas para presentarse junto a la Filarmónica de Montevideo de la mano del compositor romántico Schumann y bajo la dirección de Martín García. El programa se completa con una Sinfonía particular y diferencial de Bruckner que no refleja el carácter del resto de sus sinfonías.

Director: Martín García
Solista: Barry Douglas (piano)

Programa:
Robert Schumann – Concierto para piano (35’)
Anton Bruckner - Sinfonía Nº 6 (55’)

 

Precios

Anticipadas hasta el 30 de junio: $390.
Precio full desde el 1 de julio: $590.

Financia: Visa

Descuentos y beneficios:

Personas ciegas: sin costo
Personas en silla de ruedas: 50% de descuento.
Club El País: 2x1
Tarjeta Solidaria FUCVAM: 20% de descuento

Cupos limitados sin costo:

Cupo Programa Montevideo Libre.
Socio Espectacular.

 

MARTÍN GARCÍA

Desde enero de 2022, Martín García es Director Artístico y Musical de la Orquesta Filarmónica de Montevideo, elenco con el que debutó profesionalmente a los veintiún años como alumno de Federico García Vigil.

Su actividad como director sinfónico se extiende a lo largo de más de dos décadas al frente de más de veinte orquestas de Uruguay, Argentina, Brasil, España, Italia, Ucrania, Bulgaria, Austria y Estados Unidos. Fue director musical del Ballet del SODRE y director artístico-musical de la OSSODRE, donde también ha actuado como invitado desde 2003.

En 2004 fue galardonado con el 2º Premio en el Concurso Internacional de Directores Vakhtang Jordania realizado en Ucrania; en 2010 con un Premio Morosoli a la Cultura y en 2014 recibió un reconocimiento del Teatro Solís. Como académico destaca su investigación sobre la obra sinfónica de Eduardo Fabini, financiado por la Udelar. Su formación incluye una Licenciatura de la Escuela Universitaria de Música, Udelar; una Maestría en la Universidad del Norte de Colorado (EEUU) y los cursos de la Academia Chigiana de Siena.

Es profesor de Dirección Orquestal en el Instituto de Música de la Facultad de Artes, representante de la UdelaR en la Comisión Asesora en Educación Artística del MEC e integrante de la Comisión del Fondo Nacional de Música. Desde 2023 García es colaborador del programa No Toquen Nada de Del Sol FM.

 

BARRY DOUGLAS

Barry Douglas ha establecido una importante carrera internacional desde que ganó la Medalla de Oro en el Concurso Internacional de Piano Tchaikovsky de 1986, Moscú. Como director artístico de Camerata Ireland, la única orquesta nacional de Irlanda y del Festival Clandeboye, continúa celebrando su herencia irlandesa y al mismo tiempo mantiene una apretada agenda de giras internacionales. 

Barry celebró el 30º aniversario de su victoria en el Concurso Internacional de Piano Tchaikovsky interpretando el ciclo completo de Conciertos para piano de Tchaikovsky con la Orquesta Sinfónica Nacional de Dublín y la Orquesta del Ulster en Belfast.

Douglas es reconocido por su difusión del repertorio contemporáneo, y entre sus estrenos se encuentran el cuarto concierto para piano de Kevin Volans con el Birmingham Contemporary Music Group y el estreno europeo del Concierto para piano de Penderecki.

Asimismo, Barry Douglas se desempeña como recitalista y músico de cámara en todo el mundo, desde el Royal Albert Hall, Barbican y Wigmore Hall y el Festival de Verbier hasta la Sala de Conciertos de la Ciudad Prohibida en Beijing, el Gran Teatro de Shanghai y otras ciudades de China.

Barry es un artista exclusivo de la discográfica Chandos Record. Entre sus grabaciones se encuentran seis álbumes con las obras completas para piano solo de Brahms. Todos sus proyectos discográficos actuales se centran en las obras para piano solo de Schubert y Tchaikovsky. También está explorando la música folclórica irlandesa a través de sus propios arreglos, trabajando desde melodías antiguas hasta piezas de compositores contemporáneos. 

En enero de 2021, Barry Douglas fue nombrado Comandante de la Orden del Imperio Británico por sus servicios a la música y las relaciones comunitarias en la Lista de Honores de Año Nuevo de 2021.  Anteriormente recibió la Orden del Imperio Británico (OBE) en la Lista de Honores de Año Nuevo de 2002 por sus servicios a la música.

 

 

COMENTARIOS DE LAS OBRAS

 

Robert Schumann – Concierto para piano y orquesta en la menor, op. 54

Robert Schumann (Zwickau, 1810 – Endenich, Bonn, 1856) constituye un ejemplo de compositor romántico de vida trágica, con su frustrada carrera de virtuoso cortada por el accidente en su mano derecha,  su salud psíquica afectada seriamente – la teoría más aceptada en la actualidad es la de un trastorno bipolar - y su relación con Clara Wieck, quien, considerada la pianista más famosa de Europa en el siglo XIX,  es también ejemplo de mujer compositora que resigna ese aspecto de su talento ante el de su esposo, siguiendo la ideología de género de su época. 
Schumann sintetiza en esta obra su enfoque de la estética romántica. Es el primero de los tres conciertos que escribe a lo largo de su carrera; lo inicia en 1833 y lo finaliza en julio de 1835. Es estrenado el 4 de diciembre de 1845 con Clara Wieck como solista bajo la dirección de Ferdinand Hiller.
El concierto incluye la sonoridad de la orquesta romántica y la del instrumento que mejor caracteriza el período. Pero este piano no es el del virtuosismo de Liszt; no se enfrenta dramáticamente a la tímbrica orquestal, sino que dialoga con ella en tono intimista.
Clara Wieck   (Leipzig,   1819 - Francfurt am Mein,  1896),    quien, aunque  optar por su renuncia a la creación, se destaca por su brillante carrera de intérprete - , anota en su diario respecto al estreno de este concierto: “Estoy muy complacida, ya que siempre deseé una pieza de bravura escrita por él… Cuando pienso en tocar el concierto con orquesta, soy feliz como un rey”. Sin embargo, la pieza está alejada de ese carácter El concierto había nacido de una Fantasía para piano y orquesta que Schumann había escrito en 1840, un año después del turbulento casamiento de los jóvenes, al que se opuso el padre de Clara, maestro de Robert. Esa Fantasía no fue interpretada ni editada, probablemente por su estilo poco virtuoso. Cuatro años más tarde, en el momento triunfal de la carrera de Clara como pianista, el compositor le agrega dos movimientos, y la transforma en el Concierto op. 54.
Schumann concibe un Primer Movimiento sin recapitulación; el segundo y el tercero no tienen solución de continuidad. De esto resulta un concierto algo alejado del modelo establecido por Mozart y consolidado por Beethoven; el propio Schumann lo considera “entre concierto, sinfonía y gran sonata”. Esta singularidad formal y la carencia de momentos virtuosísticos se conjugan para un recibimiento poco entusiasta en su estreno; un crítico menciona los “valiosos esfuerzos de Mme. Schumann para hacer que la curiosa rapsodia de su esposo sea tomada por música”. Y Liszt, en las antípodas estéticas, define la obra como “un concierto sin piano”. Pero sí hay piano, y del mejor: es “el otro” romanticismo, que con el tiempo se abre camino de tal manera que esta obra pasa a integrar el canon interpretativo del instrumento.


Anton Bruckner - Sinfonía No.  6

Josef Anton Bruckner (Ansfelden, 1824 - Viena, 1896), se destaca en el panorama austríaco de la segunda mitad del siglo XIX como organista y docente; aparece inserto en la polémica entre partidarios de Wagner y seguidores de Brahms, al dedicar al primero su Tercera Sinfonía.  El crítico musical Eduard Hanslick, furioso antiwagneriano, describe esta obra sosteniendo que el resultado es "como si la Novena de Beethoven y la Walkiria de Wagner se mezclaran, y la primera acabara pisoteada por los cascos de los caballos de la segunda". Su producción recibe un reconocimiento tardío, luego de la Séptima Sinfonía, a pesar de los elogios dedicados por el propio Wagner a sus capacidades como sinfonista.
El compositor comienza a trabajar en esta Sinfonía en el otoño de 1879. Para ese momento sólo tres de sus sinfonías habían sido estrenadas, y la Tercera  había sido mal recibida, en parte debido a la terrible crítica que ya transcribimos. Pero mientras Bruckner la desarrolla, Hans Richter hace triunfar la Cuarta, y su creador se siente impactado por este hecho. El estreno de la obra completa se da sólo luego de su muerte, en Viena, 1899, dirigida por Mahler. Durante mucho tiempo se la mantiene fuera del canon interpretativo, quizás porque  Bruckner rompe con varios aspectos de su propio estilo.  Por otra parte, la composición de la Sinfonía N° 4 inicia lo que algunos analistas han denominado como la “Tetralogía Mayor”, compuesta por las sinfonías escritas en tonalidades mayores, en contraste con las anteriores.
Se ha discutido por qué el compositor indica al Primer Movimiento  como “Majestuoso”, sin emplear el Maestoso del lenguaje musical tradicional. Quizás porque quiso abordarla desde el concepto latino de maiestas, es decir, desde el poder expresado de forma soberana. El tema principal de este movimiento, en forma de allegro de sonata, es paráfrasis del tema inicial de la Sinfonía N° 4, por debajo se sostiene el llamado “ritmo bruckneriano” a cargo de los violines. Ese ritmo, que incluye  un tresillo en su segunda parte, identifica toda la partitura. Le sigue un segundo grupo temático complejo, con tres subtemas. La sección de desarrollo es corta, para conducir a una recapiturlación especialmente intensa. El juego de tonalidades es de gran interés, luego de plantearse un La Mayor como comienzo.
El Segundo Movimiento, un Adagio, tiene indicado un carácter “muy solemne” . También toma forma de sonata, y esto es excepcional.  Ha sido descripto por el compositor y ensayista Robert Simpson como “la forma sonata lenta más perfectamente escrita desde el Adagio de la Sonata Hammeerklavier de Beethoven”.  Le sigue el Scherzo, construido sobre motivos cortos, una partitura de un magnífico logro expresivo, que llega a un Finale  con fuerza, tritemático, con roles destacados de cuerdas y metales. Todo el último movimiento incluye retornos a los temas ya planteados, en un manejo notable de la escritura melódica pero también de una orquestación que evidencia el tratamiento complejo de expresiones líricas y agresivas. La obra habla, por sí misma, del lugar que Bruckner debería ocupar en el canon de las orquestas: la oportunidad de mostrar su originalidad y la capacidad creativa de un compositor a veces dejado en segundo plano.

Marita Fornaro Bordolli
Centro de Investigación en Artes Musicales y Escénicas
Departamento de Ciencias Sociales CENUR Litoral Norte
Universidad de la República